SUPUESTOS

Se supone que la implementación de los tejidos de máquina 3D transformará radicalmente la industria textil, generando tanto oportunidades como desafíos de gran escala. En este escenario, la tecnología se posiciona como una herramienta poderosa que permite la creación de prendas más funcionales, ergonómicas y personalizadas, con una producción más precisa y controlada, capaz de reducir el desperdicio textil y facilitar nuevos modelos de negocio. Sin embargo, este mismo avance conlleva un proceso de transición desigual y potencialmente excluyente, en el que los beneficios se concentran en empresas y regiones con acceso a tecnología, formación especializada y capital de inversión.


El tejido 3D podría optimizar los recursos y dar paso a prácticas más sostenibles, pero si no se regulan los materiales empleados o no se gestiona adecuadamente el consumo energético, el impacto ambiental podría mantenerse o incluso agravarse. Además, mientras en algunos sectores se abren nuevas oportunidades laborales en áreas de diseño digital, programación de máquinas o investigación de materiales, en otros —especialmente los vinculados a la confección manual o la maquila— se prevé un desplazamiento masivo de trabajadores, acentuando tensiones sociales y económicas.


Este supuesto parte del reconocimiento de que la innovación tecnológica no es inherentemente positiva ni negativa, sino que sus consecuencias dependen del contexto en el que se implementa, las políticas que la regulan y la capacidad de los distintos actores sociales de adaptarse e intervenir en su desarrollo. Por lo tanto, la adopción de los tejidos 3D textiles debe ir acompañada de una reflexión ética, políticas públicas inclusivas y estrategias de formación que permitan una transición justa para todos los involucrados en la cadena productiva.